A los Sacerdotes,
Religiosos y Religiosas,
Fieles cristiano:
Los
obispos, reunidos en Asamblea Extraordinaria, hemos iniciado nuestro
encuentro reflexionando sobre los últimos acontecimientos del mes de
junio pasado. Agradecemos, a todos aquellos, que nos han escrito y
confiado sus inquietudes, sus dudas y decepciones, pero especialmente
sus esperanzas.
Nos ha surgido la necesidad de meditar e
interpretar con ustedes en estas circunstancias los signos de los
tiempos en nuestro país y en nuestra Iglesia en el Paraguay a partir de
la oración de Jesús por la unidad: "Pero no ruego sólo por ellos, sino
también por los que van a creer en mi por medio de sus palabras. Que
todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti; que también
ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo
les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros
somos uno" (Jn 17, 20-22).
La oración del Señor al
Padre pidiendo la unidad de los suyos nos enfoca en la esencia de
nuestro ser cristianos. Cristo es "nuestra Paz" y derriba los muros de
división (Ef 2,14) y en Cristo estamos llamados más bien a ser puentes
de reconciliación, pacificación y comunión (Cfr. Mt 5,9).
En
las Líneas Comunes de Acción Pastoral del 2007, los Obispos
recordábamos como Primera Línea, la Comunión Eclesial: "La Iglesia es en
Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de unión íntima
con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG,1). La Iglesia es
esencialmente comunión y sus raíces residen en el misterio primordial de
la Santísima Trinidad. La Iglesia es - debe ser - la expresión
histórica del amor de Dios Padre derramado en el mundo por Jesucristo
en el Espíritu Santo.
A raíz de las discrepancias y
disidencias surgidas en las comunidades cristianas por los últimos
acontecimientos vividos a nivel nacional y eclesial, exhortamos a todos a
tener una mirada de fe sobre lo sucedido, buscando priorizar siempre la
comunión eclesial, como signo característico de ser Iglesia y de
nuestra vocación cristiana de ser discípulos misioneros de Jesús.
Podemos
discrepar con opiniones y acciones que no conciernen directamente a la
doctrina y moral cristiana, pero evitando que éstas puedan generar
divisiones y discordias en la comunidad; apuntando más bien a seguir
trabajando y creciendo en la espiritualidad de comunión que, a inicios
del nuevo milenio, nos propusiera el Papa Beato Juan Pablo II, de ser "
casa y escuela de comunión" (NMI-JPII) en la edificación de la Iglesia,
del bien común, de la sociedad, en las actuales circunstancias que nos
toca vivir.
Como miembros de la Iglesia, conscientes de
su condición pecadora, pero también conscientes de la ayuda divina y de
la gracia santificante, reconocemos ante Dios y los hombres nuestra
fragilidad de vasijas de barro, aunque portadores de un gran tesoro que
supera nuestra humilde capacidad humana (Cfr. 2 Cor 4, 7).
Si
se ha juzgado que se han cometido errores, pedimos la comprensión y el
perdón; y junto con las observaciones correspondientes también pedimos
prevalecer por encima del juicio la misericordia. La actuación de
algunos Obispos del Consejo Episcopal Permanente de la CEP la noche del
21 de junio se debió a la noticia recibida de un inminente derramamiento
de sangre. Se quiso evitar que hubiera otro hecho delictuoso entre
hermanos. Los Obispos, sabiendo que nuestra misión primordial es crear
un ambiente de paz y de comunión, asumimos nuestra responsabilidad en el
caso que no hayamos dado testimonio de comunión. También nosotros
perdonamos aquellas expresiones que fueron más allá de la caridad y el
respeto que nos debemos mutuamente.
Reconocemos nuestras
limitaciones y errores, como Iglesia, por no estar atentos a la
conducción de Dios en esta nuestra historia de salvación. Hemos puesto
quizá el acento más en lo humano que en lo divino, haciéndosenos
difícil, por momentos, el encuentro con nuestro Señor y con el Dios de
la historia. El lema de un gran Papa, San Pio X, nos trae a la memoria
el sublime objetivo hacia el cual, con toda el alma, con todo el corazón
y todo el ser, deberíamos orientarnos como la única Iglesia fundada por
el Señor, a pesar de todas las dificultades y, precisamente, porque en
cada etapa nos vamos enfrentando a ellas: "Instaurare omnia in Christo"
(Instaurar, recapitular todas las cosas en Cristo como Cabeza, y
nosotros su cuerpo. "Hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza", (Ef
1,10).
Llamados por el Señor a ser los pastores de la
Iglesia en Paraguay, queremos seguir trabajando con todos en la
pacificación y solvencia de la comunión basada en la confianza y en el
amor mutuo.
A los sacerdotes, en quienes depositamos
toda nuestra confianza, les solicitamos que prosigan en su trabajo
pastoral a favor de todos, en particular de los pobres, con generosidad y
espíritu evangélico. Muestren su amor a la vida sacerdotal siendo
fieles a la consagración que realizaron el día de su ordenación
sacerdotal, haciendo suyas las palabras que la carta a los Hebreos
atribuye a Cristo sacerdote: "No quisiste sacrificios ni oblaciones,
pero me has preparado un cuerpo. Entonces yo dije: "Heme aquí que vengo
para hacer ¡Oh Dios!, tu voluntad" (Hbr 10, 5-7). Sean también
constructores de la unidad en las comunidades que se les ha confiado
para que haya un solo rebaño y un solo pastor.
A los
religiosos/as les damos nuestra cordial y paternal acogida para
enriquecernos con sus carismas. Sabemos el esfuerzo que realizan
mediante la oración, la reflexión y la acción para la renovación de su
vida consagrada siendo fieles a las orientaciones de la Iglesia. Sigan
fieles a la radicalidad en el seguimiento de Cristo en comunión con la
jerarquía y las Iglesias particulares. El profetismo, propio de la vida
religiosa, debe ser fruto de la contemplación a fin de encarnar el
proyecto y el Amor de Dios en los hombres, muy particularmente en los
pobres. Que este amor de Dios se refleje en la fraternidad vivenciada en
sus propias comunidades.
A los fieles laicos
agradecemos su compromiso y testimonio cristiano en el mundo. Somos
conscientes que es difícil ser coherentes a su misión en una sociedad
que priman el relativismo y los antivalores. No tengan miedo de asumir
su responsabilidad de implantar el Reino de Dios apoyados en la
Eucaristía, en la meditación de la Palabra de Dios y en la Doctrina
Social de la Iglesia en comunión con la Jerarquía así como señala el
Documento de Aparecida: "Los laicos también están llamados a participar
en la acción pastoral de la Iglesia, primero con el testimonio de su
vida y, en segundo lugar, con acciones en el campo de la evangelización,
la vida litúrgica y otras formas de apostolado, según las necesidades
locales bajo la guía de los pastores" (DA. 211).
Les
queremos recordar a todos las palabras de San Agustín, cuya festividad
recordamos en la fecha, y que se refieren a la comunión entre Dios y
nosotros: "Nos hemos convertido en Cristo. En efecto, si Él es la
cabeza y nosotros sus miembros, el hombre total es Él y nosotros"
El
Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI, y que se iniciará el
11 de octubre de 2012, es una invitación a una auténtica y renovada
conversión al Señor, único Salvador del mundo. En la Carta Apostólica
"Porta Fidei", el Papa nos recuerda que la "fe que actúa por el amor"
(Ga 5,6) se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción
que cambia toda la vida del hombre (Cfr. Rm 12,2). El Papa nos invita a
celebrar este año, de la Fe, de manera digna y fecunda con el testimonio
de vida de los creyentes, ayudándonos a seguir creciendo en la fe y a
evangelizar en base a los objetivos del Trienio de la Familia: "Misión
Permanente en Paraguay: Evangelizar la Familia".
Nuestra
Iglesia, como una gran Familia, busca renovarse profundamente desde
adentro, para merecer convertirse en "sal y luz" de nuestra sociedad
sedienta de paz, de amor, de justicia y concordia ciudadana. Paraguay
debe llegar a ser una gran nación, con nuestro testimonio de fe,
comunión eclesial y decidido compromiso con nuestro querido pueblo.
Les
agradecemos por la confianza depositada en nosotros, sus Pastores, y
con ustedes nos comprometemos a seguir amando y sirviendo a la Iglesia,
en comunión con el Santo Padre Benedicto XVI, quien conoce nuestra
realidad y ora por nosotros.
Oramos por ustedes y los
tenemos presente en cada Eucaristía "fuente y cumbre de toda la vida
cristiana" (LG,11) e invocamos a nuestra Madre María Santísima para que
nos una con su amor maternal al lado de su Hijo y a San Roque González
de Santa Cruz y compañeros a fin de que el ejemplo de su martirio nos
estimule a ser testigos del Amor Trinitario mediante nuestra comunión
fraterna.
Firman los Obispos del Paraguay
Asunción, 28 de agosto del 2012, Festividad de San Agustín, Obispo y Doctor de la Iglesia.
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